Esta noche en el Camp Nou tienen una cita todos aquellos que piensan que es posible una remontada histórica frente al equipo que está en mejor forma de toda Europa. Más que nada es un acto de fe, una apuesta por la utopía, esa por la que se lucha a sabiendas de que su objetivo está lejano, casi imperceptible en el horizonte.
Tan solo se atisba una luz al fondo de un gran túnel de oscuras sombras, una pequeña esperanza de levantar un marcador imposible. Como anoche en el Santiago Bernabéu, la hazaña se antoja improbable, pero es momento de apostar por intentar remontar la eliminatoria o, al menos, hacer un partido digno a la altura del mejor equipo europeo de la década.
Si finalmente no se remonta, algo que se puede dar por seguro, habrá que remover algunos cimientos que se presumían intocables. Será el momento de traer un central de garantías que acompañe a Piqué en las citas importantes y un delantero centro que ponga goles en momentos en los que Messi no puede más.
Independientemente del marcador final de esta noche, defiendo la idea de una mala planificación de la temporada, de una apuesta clara por decidir la Liga en el mes de noviembre sin mirar más allá de las vacaciones de Navidad. El equipo está muerto, le falta tono físico, brillo, velocidad. Messi, Busquets, Pujol, Mascherano, Villa y así un largo etcétera han llegado fuera de punto al momento clave de la temporada.
Esto tiene unos responsables que empiezan por el entrenador y acaban en la dirección deportiva. Quizás habría que regular en su esfuerzo a Messi y tratarle de convencer que una buena competencia nunca viene mal a nadie. Neymar quizás sea la solución a estos males.
El F.C Barcelona necesita una renovación desde la base, pero sin hacer locuras como prescindir de Cesc Fábregas, el relevo natural de Xavi que parece que han puesto en el mercado. Un jugador que con 26 años tiene casi 80 partidos internacionales, además de ser campeón del Mundo y dos veces de Europa no puede ser objeto de discusión, quizás sí de ubicación táctica.
El Barça necesita apostar desde ya por Deulofeu, Thiago, Cesc y otros tantos talentos infrautilizados en una temporada a todas luces mal planificada.
Esta noche, como los viejos románticos, tenemos una cita con la utopía, con la creencia improbable que, una vez más, viviremos una noche inolvidable. El fútbol. como decía Menotti, nació como "una excusa para ser felices". Y este Barça seguro que nos dará de nuevo una excusa para esbozar una sonrisa. Yo apuesto por ello.
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