sábado, 6 de junio de 2015

El Barça, quinta copa de Europa y mejor equipo del mundo del siglo XXI.


Para alguien como yo que creció como niño en un tiempo donde el Barça tenía problemas para ganar una Liga y en la que se salvaba la temporada ganando al Real Madrid, ver levantar la quinta Copa de Europa es algo increíble. Lo hace después de hacer un nuevo triplete y después de haber pasado una temporada llena de sobresaltos, incluído un amago de destitución de un entrenador que hoy nadie cuestiona.
Para mi todo ratifica al Barça como el club del siglo XXI por encima del Real Madrid y del Bayer Münich. Es una década prodigiosa en la que, de la mano de Xavi, Iniesta y Messi, se han ganado cuatro títulos de campeón de Europa. Eso dimensiona la valía de unos jugadores inolvidables para la historia del fútbol español y mundial.
Messi para la historia del Barça es como Di Stéfano para la del Real Madrid o la de Pelé para el Santos brasileño. Son jugadores que marcan una época, que escriben con letras de oro la historia de un club. Bajo mi punto de vista esta década es la historia de Messi y de su legión de gladiadores: Xavi, Iniesta, Pujol, Víctor Valdés, Busquets y Piqué. A ellos se suman la aportación contemporánea de Neymar o Luis Suárez y la filosofía de Cruyff, el verdadero fundador de una forma de entender el fútbol en el Barça.
Para un culé como yo, ver ganar la Copa de Europa al Barça es lo más grande. La leyenda se construye en Europa, el Olimpo de los dioses es la Champions League y es aquí donde el Barça está forjando su mito. Es una historia reciente primorosa, con 24 títulos oficiales y con un seña de identidad de un fútbol cuidado y elegante, con estilo propio.
Es la guinda del pastel a una despedida emotiva de Xavi y la antesala de nuevos títulos porque en este equipo queda mucho fútbol, sobre todo con un tridente en ataque que marcará una época. Messi, Luis Suárez y Neymar deben dar muchas más alegrías a la historia del club, sencillamente porque no hay nada equiparable en el mundo.
Es un equipo de leyenda, en la que se debe poner en valor la labor de Luis Enrique, un culé de corazón que a media temporada se acostó una noche como entrenador destituido y, lejos de amilanarse, supo levantarse de nuevo para ser campeón de Europa.
Ahora se dirá lo que se quiera pero ha sabido gestionar una plantilla en la que Messi supo interiorizar que debía trabajar en favor del colectivo sino quería morir como individuo. Xavi supo mediar entre técnico y jugador para sumar fuerzas y poder conseguir un triplete para la historia.
Esta noche Luis Enrique no ha querido confirmar su continuidad como entrenador. Tengo la intuición de que va a poner el cargo a disposición del nuevo presidente y, en el caso de seguir, impondrá condiciones para no ver cuestionada su autoridad en el vestuario. 
Yo espero que triunfe la cordura y se continúe con este proyecto deportivo con Luis Enrique en el banquillo y con Messi como capitán en el campo. Será garantia de futuro para seguir sumando muchos más títulos. Ahora relativizamos la figura de Guardiola, con su triplete o la de Johan Cruyff porque se ha demostrado que la inercia ganadora de este Barça está por encima de técnicos y jugadores.
Da igual lo que pase en el futuro. Más que nunca digo: carpe diem. Disfrutemos de este momento porque, como decía al principio, yo viví muchos años en los que eramos felices ganando la Copa del Rey. Nada ni nadie puede amargarnos este momento. ¡¡¡Visca el Barça!!!.

miércoles, 3 de junio de 2015

El ocaso de un dios deportivo

Nadal: Volveré a Roland Garros para ganarlo
Emociona mucho ver el declive, esperemos que no definitivo, de uno de nuestros héroes deportivos: Rafael Nadal. Necesitamos de dioses que iluminen nuestros ratos de ocio, espejos en los que reflejarnos e imaginar a través de ellos las sensaciones de lo que hubiera sido tu vida entregada al deporte. Sentir en carne propia la emoción de ganar grandes torneos de tenis, emocionarte con triunfos que parecen propios, entristecerte o decepcionarte por perder la oportunidad de subir al más alto del pódium son algunas de las sensaciones que pueden trasmitirte personas como Rafa Nadal.
Me gusta Nadal por todos estos pequeños detalles de antihéroe, de persona verdaderamente humilde en la victoria y en la derrota. Como decia María Zambrano alguien es verdaderamente libre cuando no humilla a nadie, cuando no pesa sobre nadie, quien trata a todos con dignidad porque cada individuo representa al conjunto de la humanidad. Ese es Rafael Nadal, humilde, grande en todos los sentidos. Nunca un mal gesto, reconociendo la superioridad del rival, prometiendo esforzarse aun más para superarse a sí mismo.
Lo digo todo esto el día que le han eliminado de Roland Garros, un torneo que ha ganado 9 veces y que ha visto como su gran icono caía frente a un sobresaliente Djokovic, el mejor tenista del momento. Ha sido un partido que pasará a la historia por muchos aspectos, entre ellos por marcar un punto de inflexión casi definitivo en la carrera de Nadal.
Casi es seguro que la próxima semana saldrá del Top ten de la ATP, algo que no sucedía en más de una década pero así es la vida, así de dura, así de cruda. La fama es efímera y la memoria flaca en el mundo del deporte. A mi que me gusta mucho recordar pongo hoy más que nunca en valor la carrera profesional de Rafael Nadal, bajo mi punto de vista nuestro mejor deportista de la historia por toda esta serie de conceptos intangibles apuntados.
Es curioso que veamos su declive el mismo día que los hermanos Gasol recibían el Premio Princesa de Asturias del deporte. Ahora los Gasol están en el cénit de su carrera deportiva, aunque algún dia llegará su ocaso, como el que estamos viviendo de Nadal. 
El deporte necesita de héroes, de dioses que caen y de otros tantos que se encumbran en el monte Olimpo, en aquel donde brillarán con luz propia gente como Nadal. Él ha escrito con letras de oro nuestro deporte. Es justo, en momentos complicados para él, reconocerle todo aquello que hizo por el tenis español. Seguro que se volverá a levantar porque así se comportan aquellos que son imprescindibles. ¡Änimo Rafa!.