Hace muchísimo tiempo que un combate de boxeo no levantaba tantas pasiones como el celebrado esta madrugada en Las Vegas. Se enfrentaba un imbatido en su carrera profesional Floyd Mayweather con el filipino Many Pacquiao por el título mundial de los pesos welter (147 libras), versión Organización Mundial, Consejo Mundial y Asociación Mundial.
La decisión final fue una victoria por puntos, por decisión unánime, de Floyd Mayweather, con lo que unifica todas las coronas del peso welter, a excepción del título de la Federación Internacional de Boxeo. Una decisión injusta, bajo mi punto de vista. Fue un combate disputado en dos grandes fases: la inicial contó con la iniciativa de Pacquiao que encontró combinaciones precisas para ir desgastando a Maywather; la final, cuando a Pacquiao le empezaron a pesar las piernas, fue para Mayweather que terminó mejor el combate, lo que cuenta mucho en las valoraciones de los jueces.
La estadística oficial habla de más golpes lanzados por Mayweather (435) que por Pacquiao (429) y también de un mayor porcentaje de golpes efectivos (34%) por parte del americano frente al 19 % del filipino. En este estado de cosas venció la inercia final y la gran ascendencia que tiene Mayweather sobre los árbitros en todas las peleas.
Mayweather unifica las coronas del welter y sigue imbatido desde los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, pero este combate era en el campo amateur. Se queda a un solo combate de Rocky Marciano que se retiró con un 49-0 como el único campeón del mundo del peso pesado que no perdió jamás en el campo profesional.
Pacquiao, por su parte, cierra su carrera profesional con un sabor agriculce. Hizo un buen combate, para mi nulo, lo que hubiera obligado a un revancha pero se desfondó en la parte final de la pelea, algo que Mayweather no perdona. Se supone que pondrá punto y final a su carrera porque eso le prometió a su esposa antes de la celebración de esta mítica pelea. Atrás deja una carrera deportiva inmaculada, escrita con letras de oro, siendo campeón en varias categorías y siendo el mejor boxeador de la primera década del siglo XXI junto con Mayweather y Vitaly Kliskcho.
El resto es pura anécota: los 500 millones de dólares que movió la pelea, los 180 millones de dólares para Mayweather y los 120 para Pacquiao y las escasas posibilidades de repetirse la pelea ya que el púgil norteamericano lo dejó muy clarito en el contrato firmado. Si ganaba no habría revancha, si perdía sí. Así son las cosas en el mundo del boxeo.
Lo importante de este combate ha sido poner, de nuevo, el boxeo en la primera línea del deporte mundial. Es un deporte señalado por su carácter violento pero quienes le critican no se han parado ni un solo segundo a observar la nobleza del mismo. El boxeo ha sido un deporte maldito pero ha sacado de la marginalidad a miles de jóvenes en muchas partes del mundo que vivían en la marginalidad. El mito del niño pobre que solucionó la vida suya y de su familia desde la humildad y la autosuperación se cumple en el mundo del boxeo.
Me ha gustado esta madrugada recordando viejos tiempos de niño viendo a Tyson, Julio César Chávez, Ray Sugar Leonard, Javier Castillejo y una larguísimo etcétera de grandes deportistas que conforman la memoria colectiva de todos los amantes del boxeo. Mereció la pena el sueño y el madrugón para presenciar el que, sin lugar a dudas, ha sido el combate más importante del siglo XXI.
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