El Barça ya tiene su doblete. Campeón de Liga y de Copa del Rey son credenciales suficientes para subir al Olimpo de los dioses a una plantilla y a un entrenador, a los que nadie concedía el menor crédito a inicios de temporada. La final de la Copa del Rey dejará para la memoria dos grandes titulares: la actuación estratosférica, con golazo incluido de Messi y la gran pitada al himno de España, algo que a muchos aficionados culés nos da infinita vergüenza.
Yo he visto miles de finales en todos los deportes y en muchos países del mundo pero en todas ellas se ha escuchado el himno con respeto. No pedimos que se canten los himnos como en el 6 Naciones de Rugby pero, al menos, que se respete aquello que es común a 46 millones de españoles. Yo soy español, más culé que nadie y pitar al himno de España es menospreciar aquello que a muchísimos culés de Madrid, Extremadura, Andalucía o Melilla nos representa.
Aparte del himno, el resto de la final es para enmarcar. Complicidad entre aficiones, buen fútbol, la consagración, una vez más de un mito del fútbol, intensidad e historia de una final de Copa en el Camp Nou con el Barça como protagonista, algo inédito en los tiempos modernos.
Se agotan los calificativos para definir a Messi, al gol de Messi que parece más de PlayStation que otra cosa. Regatea a seis jugadores como si estuviera jugando contra niños de patio de colegio y coloca un gol a la cepa del palo con precisión de cirujano. Está claro que estamos, bajo mi punto de vista, ante el mejor jugador del mundo y el mejor de la historia, con el permiso de Pelé.
A Messi le acompañaron jugadores como Neymar, al que le sobró la filigrana final, Piqué, excepcional en el centro de la defensa y Busquets, un catedrático tácticamente hablando, siempre en el sitio exacto, auxiliando tanto a la defensa como el ataque.
La final fue la antesala de la finalísima de Champions League frente a la Juventus, para mi el título más importante de la temporada porque es en Europa donde se engrandecen los mitos, donde se conforman las leyendas futbolísticas. Tener 27 o 26 títulos de Copa del Rey no es demasiado importante, pero levantar la quinta Copa de Europa sí lo es.
Veo al equipo en pleno estado de forma, con sus jugadoress importantes concentrados y enchufados en los partidos y con una sensación de hacer algo muy grande: hacer triplete en el fútbol del siglo XXI. Juventus y Barça luchan por el triplete en una final que promete muchísima emoción.
Me gusta este Barça, me parece serio y creible. Tan sólo le falta la guinda de un pastel de una temporada inolvidable que tiene cita en el tiempo: próximo sábado, Berlin, frente a la Juventus de Turín.
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