Un jugador que ha vestido 764 partidos la camiseta del Barça y ha ganado 23 títulos, entre ellos 8 ligas, 3 copas de Europa, dos mundialitos de clubes, además de ser campeón del mundo y de Europa a nivel de selección, no merece más comentario que un infinito apluaso de agradecimiento por los servicios prestados. Punto.
Ha sido el gran capitán del Barça y de la Roja, en el mejor periodo deportivo de ambas. Además deja una trayectoria humana de concordia, humildad y rivalidad sana lo que mereció su premio, junto a Iker Casillas, del Premio Príncipe de Asturias del deporte. Los elogios son infinitos y los reproches muy escasos hacia quien ha sido un culé de corazón y de cabeza, un jugador que rechazó ir a otros clubes, aun ganando más dinero, por no tener que enfrentarse al club de sus amores.
Eso habla mucho y bien de Xavi. Ahora se va a Qatar, firmando el último contrato profesional de su vida y con la mirada puesta a su formación como futuro entrenador del Barça. En este sentido su adiós es más bien un hasta luego. Se va en su mejor momento y con todos los honores y reconocimientos de la afición culé, sin escuchar ni un solo silbido, sin recibir un mal gesto ni por parte de compañeros ni tampoco de su entrenador.
Cuando alguien deja su profesión de esta manera es que detrás ha habido una labor de muchos años de esfuerzo callado, de profesionalidad, de no rendirse ante ninguna adversidad, ni siquiera cuando tuvo la peor lesión que pueda tener un futbolista, la famosa "triada". Llega el momento del adiós y, por mi parte, le digo: gracias por haber dado tanto por el Barça y por la Selección española de fútbol.
Bajo mi punto de vista es un jugador, como dijo Iniesta, irrepetible porque muy pocos han conjugado de una manera tan perfecta su gran visión de juego, con su capacidad para ordenar a todos sus compañeros en el campo, como si de una partida de ajedrez se tratase, además de ser un estilete ofensivo de primer nivel.
Le deseo muchísima suerte, a pesar de dejar el centro del campo y el vestuario culé huérfano, en un vacío que será imposible de llenar por otro jugador. Da lástima que Xavi se vaya y sus dos sucesores naturales, Cesc y Thiago hayan emigrado a otros clubes. Ellos no pudieron con su mito. Esperemos que su espíritu sea la luz que ilumine al Barça la siguiente temporada. Gracias Xavi, en el corazón siempre.
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