domingo, 26 de abril de 2015

Alejandro Valverde, rey de la Lieja-Bastogna-Lieja


Siempre he creído que todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad. No me gusta hablar de aquellos deportistas que se apoyaron en un programa de dopaje para ganar a rivales que competían legalmente. Alejandro Valverde es un hombre que merece creer en él en su segunda vida deportiva. Fue condenado dos años sin competir por haberse visto envuelto en la Operación Puerto. Para ese momento, Valverde había ganado una Vuelta Ciclista a España, había ganado etapas en el Tour de Francia y había sido un par de veces subcampeón del mundo de ciclismo en ruta, además de otro sinfin de premios individuales. 
Esta semana ha ganado por tercera vez la Flecha Valona, ha sido segundo en la Amstel Gold Race y, hoy mismo, ha triunfado por tercera vez en la clásica de las clásicas, la Lieja-Bastogna-Lieja, la carrera ciclista más vieja del mundo. Su primera edición se remonta a 1892 y este año cumplía su 101 cumpleaños en el calendario ciclista. Tan solo las guerras mundiales y muy pocas cosas más han impedido escribir la épica de cada año. Es ciclismo del bueno, del que hace afición, el que rescata los valores ancestrales de este maravilloso deporte. 
Casi siete horas de competición y 253 kilómetros de distancia son argumentos muy sólidos para ensalzar la figura de Valverde, un ciclista de raza al que tan solo le queda ganar un Mundial en ruta y un Tour de Francia para codearse con los más grandes de la historia del ciclismo. Ganar tres veces esta clásica está solo a la altura de Eddy Merckx lo que da una dimensión del triunfo de Valverde.
Sin lugar a dudas estamos hablando de un ciclista mítico, de un profesional que ha vencido a la adversidad del dopaje, a la crisis del ciclismo del último lustro y que, a pesar de sus 35 años, sigue con la ilusión de un principiante. 
Cuando se retire, le recordaremos por muchos años. No habíamos tenido un clasicómano, excepción hecha de Oscar Freire, desde la época de Miguel Poblet. Su sueño de conquistar un Tour de Francia quizás tenga que esperar para una nueva vida pero, en ésta, seguirá escribiendo con letras de oro cada línea de su palmarés. Tardes como hoy, de buen ciclismo, le deben mucho a Alejandro Valverde. ¡Enhorabuena!

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