Hoy se ha ido, con el silencio y la humildad que siempre le caracterizó, un hombre, un padre, un entrenador, un barcelonista, de nombre Tito Vilanova. Descanse en paz y muchas gracias por habernos hecho un poquito más feliz a muchos barcelonistas que tuvimos el privilegio de ver a nuestro equipo interpretando el fútbol que imaginaste en una cabeza entregada al fútbol escrito con letras de oro, envuelto en blanco satén.
La verdad es que nada importa el fútbol, los títulos, la gloria recibida frente a la rotundidad de la muerte, al punto final de una vida plena donde hizo tan dichosos a tanta gente, desde sus tiempos de jugador en La Masía hasta su responsabilidad como entrenador del primer equipo, con el que ganó la última Liga, con récord histórico de puntos.
Sus títulos y su nombradía quedan empequeñecidos ante la muerte, ante la imposibilidad de seguir alimentando la cadena de afectos como padre, como marido, como vecino, como entrenador de fútbol. Eso es lo injusto de la muerte. Se va un hombre honrado y honesto, un padre de familia, un marido, un hijo, un hermano que no podrá seguir aportando su cariño, su cercanía a todos aquellos cuya presencia era imprescindible.
Tito decía que lo más le preocupaba era sus hijos, que aún le necesitaban como padre. Así es la vida y así la muerte. Un hombre honrado, dicen que cariñoso y humilde, un hombre de distancias muy cortas en las que se veía su grandeza. Es injusto asistir al réquiem por una persona respetada y respetable por todo el mundo que le conoció para darse cuenta que entregó su vida al fútbol y al Barça, su verdadera pasión.
Yo espero que, allá donde esté, pueda sentir estos pequeños homenajes de personas que hoy nos sentimos tristes por su muerte. Sencillamente porque agradecimos todas las tardes que nos dejó de buen fútbol y porque sirvió de guía para otros muchos que, desgraciadamente, deben encarar cada día su lucha contra el cáncer.
Duele mucho asumir que la muerte venció la partida a un hombre joven, con ganas de vivir, de sentir el cariño de toda su gente y la pasión por el fútbol, que lo vivió como un espectador más hasta hace quince días en el Camp Nou. Ahora entristece mucho más saber que su último partido en directo fue la eliminación del Barça en la Champions League, esa competición que él y Guardiola dignificaron con el mejor fútbol que he visto en todos mis años de vida.
Sólo me queda decir gracias, muchas gracias por tu lección de vida y por hacernos felices. Descanse tu alma en paz. Sentido pésame a toda tu familia, que hoy es más grande que nunca, porque cuando se va alguien como tú, lo mínimo es desearte que eternamente puedas ser tan feliz como fuimos nosotros disfrutando de tu futbol.
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