Soy del Barça pero sobre todo amo el deporte, especialmente el fútbol y, consecuentemente, me gusta ver a un equipo de fútbol creíble, solidario, con el horizonte de poder ganar la ansiada décima Copa de Europa.
Ese es el Real Madrid de esta noche en Múnich y justo es reconocer su mérito, por encima de gustos y pasiones. Ha jugado una eliminatoria seria, estudiada al detalle, donde, además, le acompañó la suerte en los momentos claves de ambos partidos. Enfrente, un Bayer que ha muerto con un estilo de juego que Guardiola ha inculcado a un colectivo de jugadores que se siente más cómodo viviendo con la presión y el contrataque, armas utilizadas la pasada temporada, sobre todo frente al Barça.
Creo que el estilo de Guardiola no encaja en la cultura futbolística alemana pero, quizás, sea ventajista decirlo ahora. También ahora defiendo la vuelta de Guardiola al Camp Nou. Su filosofía de fútbol es el ADN del Barça y le necesitamos más que nunca, sobre todo si el Real Madrid logra ganar la Décima.
Para eso queda una final ante el Atleti o el Chelsea, dos modelos de fútbol que incomodan mucho más al Real Madrid, acostumbrado últimamente a vivir a golpe de contrataque, extraordinariamente bien ejecutado. Morbo no faltará o de la mano de Mourinho o de la mano del Atlético de Madrid.
Me encantaría vivir un derby madrileño y mucho más que el Atlético de Madrid pudiera levantar su primera Copa de Europa frente a su eterno rival.
Antes de todo eso, es de justicia reconocer la labor del Real Madrid y de sus jugadores. Sin levantar demasiado ruido se han metido en una nueva final de Copa de Europa, allí donde no suele fallar. Yo, al menos, no le he visto perder nunca una Copa de Europa, ni cuando ha ido de víctima, ni cuando ha ido de favorito.
Me da la sensación que la Champions le da un plus añadido de motivación y será muy complicado que puedan perder la final. Reivindico la labor de Xabi Alonso, para mí un catedrático del balón, el trabajo serio y reposado de Ramos, la generosidad de Di María, el posicionamiento de Modric, la excelente interpretación del contragolpe de Benzema y Bale y la profesionalidad de Cristiano, en momentos donde el equipo ha agradecido su compromiso colectivo.
Por último, Casillas, un jugador que no ha dicho una palabra más alta que otra, asumiendo que hay compañeros que pueden estar por delante en la preferencia del entrenador, pero nunca perdiendo las formas ni el estilo, aquello que te hace especial, diferente a los demás.
Soy del Barça ý, últimamente, sólo asistimos a funerales deportivos y personales. Yo, que he vivido muchos años de ostracismo, en los que era un acto de heroidicidad ganar una Copa del Rey, sé que volveremos a vivir muchísimas tardes de gloria pero, mientras todo eso sucede, felicidades al Real Madrid que hoy se lo ha merecido más que nunca.
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