Se agotan los adjetivos para definir a Rafa Nadal, uno de los dos mejores tenistas de la historia por palmarés. Nadie discute que es mejor de todos los tiempos en tierra batida y muy pocos que puede convertirse en el mejor tenista de la era open. De momento tiene por delante a Sampras, un jugador que jamás ganó Roland Garros y a Roger Federer que siempre tuvo su talón de Aquiles en la tierra batida.
Lo asombroso de todo esto es que a Nadal le quedan años de tenis y, por lo tanto, margen para sumar nuevos títulos, si es que le queda alguno importante por conquistar, salvo el de maestros que se juega a final de temporada e igual este año cae en sus vitrinas.
Lo que yo creo que no hay duda es que estamos hablando por mentalidad y capacidad de sufrimiento en el mejor deportista del momento. Tiene talento, mucho talento, pero pulido, cincelado y mejorado a base de horas y horas de entrenamiento callado. Si a ello se le une su humildad, ¿qué más podemos decir?.
El último detalle es viajar a España en clase turista desde EEUU para defender la camiseta española en la eliminatoria de la Copa Davis. Causa sonrojo compararlo con el séquito de asesores, políticos y demás hierbas que han vuelto en primera clase de Buenos Aires, después de no haber conseguido para Madrid la candidatura de los Juegos Olímpicos. Son detalles pero soy de la opinión que el verdadero secreto de la vida se resume en pequeños detalles, no en palabras altisonantes ni gestos forzados.
Es un auténtico número uno que se ha reinventado tras la lesión que le dejó fuera de las pistas durante ocho meses. Ahora su juego es más vertical, sin tanto peloteo. Ha mejorado el saque y a su famosa derecha le suma un revés demoledor. Esta temporada, además, no le teme al cemento. Ha sumado los títulos de Montreal y Cincinnati y cierra el ciclo americano con el US Open, el mejor torneo sobre pista rápida.
Con todo ello es más que previsible que finalice la temporada como nuevo número uno mundial por delante de Djokovic, el único tenista que le habla de tú a tú a Nadal. Sería la guinda al pastel de una temporada inolvidable, en la que Nadal está disfrutando más que nunca y valorando más que nunca quién es y qué ha hecho en su vida para conseguirlo.
Me gusta el tenis pero mucho más deportistas como Rafa Nadal, un hombre que con su trayectoria resume los valores más puros del deporte. Sin lugar a dudas cuando el Barón Pierre de Coubertain pensó en rescatar los Juegos Olímpicos lo hizo para premiar y glorificar a deportistas como Nadal.
Gracias campeón por un día más de gloria deportiva.
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