Este fin de semana hemos tenido el privilegio de ver como se proclamaba tricampeón del mundo de triatlón al español Javier Gómez Noya. Es, sin lugar a dudas, una excelente noticia para nuestro deporte por cuanto se trata de una categoría olímpica en el que tenemos el futuro garantizado de cara a los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Noya ganó a los hermanos Brownlee, dos gemelos que se reparten los principales títulos en los últimos años, Juegos Olímpicos de Londres incluido. Allí, Gómez Noya fue plata y estuvo a punto de proclamarse campeón olímpico, el último gran título que le falta en sus vitrinas.
No es nada fácil mantenerse competitivo durante tantos años en los que Noya ha ido aprendiendo poco a poco a conocer sus límites como atleta, lo que le ha permitido rematar títulos que antes se le escapaban a última hora.
Tan solo el británico Simon Lessing le supera con cuatro títulos mundiales lo que habla de la excelencia de su currículum. Su objetivo a corto plazo es igualarle y a largo plazo proclamarse campeón olímpico lo que le encumbraría como uno de los deportistas más grandes de la historia.
Es un lujo que un atleta como Noya pueda defender la camiseta de España por medio mundo. Su excelencia deportiva y su profesionalidad son los mejores avales de un hombre que está escribiendo con letras de oro la historia de nuestro triatlón. En un contexto de crisis recibir noticias como ésta nunca está nada mal. Y lo bueno es que es el preludio de otras tantas buenas noticias que Gómez Noya nos dejará en los próximos años, ojalá coronada con el título olímpico que perdió en Londres en el último kilómetro de carrera.
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