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jueves, 25 de abril de 2013
Sigue la pesadilla en Alemania
Anoche, para el asombro del personal, continuaba la pesadilla en Alemania. El Real Madrid que se veía en la final de Wembley en un estado de eurofia colectiva tras el batacazo del Barça probó la misma medicina.
Un 4-1 es remontable, sí, pero creerlo es más un acto de fe que otra cosa. Es difícil imaginar hacer 3 goles sin recibir ninguno contra un equipo solvente, organizado, en pleno estado de forma que, además, ya en la fase de grupos hizo un partido completo en el Estadio Santiago Bernabéu.
Tras asistir, con mucha resignación a la suerte del otro equipo español en semifinales, toca el análisis y éste es muy crudo para el entrenador, José Mourinho. Es díficil explicar ante la opinión pública como recibes cuatro goles mientras tienes en el banquillo al portero más importante de la historia del Real Madrid y de la Selección española.
Es evidente que Diego López no tuvo ninguna culpa en el resultado final e incluso salvó un par de goles, pero muchas veces en el mundo del deporte cuenta bastante la psicología, la política de gestos, el estado de ánimo. Abrir una trinchera en el vestuario entre los que apoyan a Iker Casilllas y entre los que le niegan el saludo no es el mejor caldo de cultivo para jugarte la vida en Alemania.
El Real Madrid tenía el once de gala a excepción de los dos laterales, Marcelo y Arbeloa. No puede quejarse de las lesiones ni de una temporada cargada cuando entregó la Liga al Barça en el mes de noviembre.
Por el bien del Real Madrid, debe intentar por todos los medios pasar a la final o, al menos, hacer un partido de vuelta presentable. Digo por el bien del Real Madrid porque Mourinho es un grito a voces que se va al Chelsea. Él ha sido el primero en abandonar un barco que diseñó a su gusto desde el puesto de manager general y de entrenador, contando para ello con el apoyo incondicional de su presidente.
La vida pasa rápidamente y lo malo de todo esto, y es lo que a mí me preocupa, es que los jugadores españoles no pasan su mejor estado de forma a un año justo del siguiente Mundial de fútbol. Yo no quiero volver a los tiempos que definió Valdano perfectamente: "el fútbol es un juego donde siempre ganan los alemanes". El Mundial de Brasil se merece una España fuerte, pero las semifinales de la Copa de Europa nos han dejado las "vergüenzas" al aire. Y lo malo es que los alemanes han vuelto, y amenanzan con argumentos futbolísticos con quedarse.
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