domingo, 19 de enero de 2014

La leyenda del Dakar

Nani Roma gana su primer Dakar en coches
Quien ama el deporte y el mundo del motor sabe que, cada año, por Navidad, tiene una cita inexcusable: el Dakar. Este histórico rally forjó su leyenda en las dunas africanas del desierto del Sahara y, desde hace unos años, por la presión de Al-Qaeda, se trasladó a Sudamérica. Argentina, Bolivia, Chile, el desierto de Atacama acogieron, con los brazos abiertos, a un evento deportivo que mezcla competición con leyenda.  
Este año, además, los españoles ganaron las dos categorías principales: los coches con Nani Roma y las motos con Marc Coma, un doblete que marca un hito más en la historia de nuestro deporte. Coma gana su cuarto Dakar y Nani Roma ha firmado el más difícil todavía: a su victoria en motos, en 2004, suma su primera en coches, algo que solo lo había conseguido su gran rival de este año: Stephan Peterhansel, el mejor piloto de la historia del Dakar con 11 triunfos.
Las lágrimas de Roma dicen mucho de la dureza de esta prueba. El desierto no perdona a nadie y si no que se lo pregunten a Carlos Sainz que, de nuevo, se retiró como consecuencia de una accidente de tráfico. Ganar una prueba de este nivel solo está destinada a unos cuantos elegidos, una serie de pilotos que han hecho de su profesión una forma de vida. Peligro, emoción, resistencia al límite de las posibilidades físicas y mentales son algunos de los rasgos que deben tener los grandes supercampeones del Dakar.
Me alegro mucho por Coma, por Laila Sanz, decimosexta en la clasificación general de motos, pero, especialmente por Roma, un hombre que cambió hace años de categoría, de motos a coches, para completar el ciclo del mejor piloto español de rally con el permiso de Carlos Sainz.
Un año más hemos disfrutado del Dakar, donde se sintetiza todo aquello que nos hace amar el deporte: una mezcla de leyenda, de competición, de emoción, una forma de entender la vida, con un espíritu de superación constante.
Siempre me gustará el Dakar, a pesar de que, muy probablemente, nunca pueda ver una prueba en directo. Son esas cosas que te gustaría ver alguna vez en la vida, como una carrera de Fórmula 1 en Mónaco, una final de Winbledon, la final de un Mundial de fútbol, los 100 metros lisos de una prueba olímpica, la final de una NBA y así un largo etcétera de cosas con las que has crecido.
Somos lo que hemos vivido y con quien hemos vivido y yo amo al Dakar desde que tengo uso de razón.
 

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