Vaya por adelantado que el penalti de Mascherano a Cristiano Ronaldo es clarísimo. Lo honesto es decir que eres culé y que hablas desde un punto de vista extraordinariamente subjetivo pero, como se dice en el mundo del periodismo, los hechos son sagrados y las opiniones libres. Mascherano hace penalti y punto. A partir de aquí, es la hora del análisis de un Clásico raro como un perro verde y que deja una serie de conclusiones del patrón de juego de cada uno de los equipos.
La primera cuestión es el sorprendente planteamiento de Ancelotti, con dos mediocentro defensivos, uno de ellos, Sergio Ramos, con la única función de destruir todo el juego que pudiera tejer el Barça en la zona ancha. Algo parecido se vio hace tres temporadas con Pepe de mediocentro en las eliminatorias de la Copa de Europa con resultado casi parecido: el Barça jugando a sus anchas mientras los madridistas acumulaban kilómetros intentando quitar el balón al que parecía que pertenecía por decreto-ley. El Real Madrid no está diseñado para jugar así y, cuando lo hace, sufre una enormidad.
La segunda cuestión es el posicionamiento de Bale en el puesto de delantero centro, algo inédito en toda la carrera profesional del escocés. Ni ayuda ni destaca un hombre que tiene por virtud correr al contragolpe fijarle a una posición por muy baja condición física en la que se encuentre. Eso es desubicar a Cristiano de la posición natural en la que está rindiendo a su más alto nivel de su carrera deportiva.
La tercera cuestión, más sorprendente aún, es el planteamiento de la segunda parte del Real Madrid. Con apenas dos retoques en la alineación el Real Madrid ha plantado cara al Barça en su casa, disputándole el balón y dando la sensación de un equipo serio y bien ordenado en defensa al que solo le faltó en gol para poder haber dado un buen susto al Barça en su casa.
La cuarta cuestión es la labor de Neymar, un jugadorazo de primer nivel que se está adaptando al fútbol español a pasos agigantados. Su figura está creciendo tanto que incluso lleva a tapar la alargada sombra de Messi quien, por cierto, firmó su peor partido en años.
La quinta cuestión es la filosofía de un Barça que ha perdido las mejores esencias de su fútbol. Ver a Víctor Valdés tirar pelotazos desde su área a los delanteros que están casi 80 metros más adelante habla mucho de la filosofía de fútbol del Tata Martino. El Barça es un equipo que se pone el mono de trabajo y no le importa sacrificar fútbol ni piezas a condición de ganar el partido. Esta me parece una renuncia demasiado grande para una afición de disfrutaba realmente del fútbol de toque.
Ahora el Barça vive mucho de hacer planteamientos y patrones de juego cortoplacistas que no gustan a la afición culé y que se disculpa a condición de tener el equipo líder. Comenzar la temporada con 9 victorias y un empate son credenciales suficientes para respetar la labor del Tata Martino pero, bajo mi punto de vista, tendrá muchos problemas frente a una afición muy acostumbrada a degustar el mejor fútbol del planeta.
La conclusión es un partido con dos partes diferenciadas, una para cada equipo. Un partido en el que Messi pasó desapercibido y en el que se vio a Alexis en plan estelar. Ver para creer. Y por cierto Iker seguía en el banquillo, quizás valorando la posibilidad de abandonar al club de los amores para buscar un hueco en la Selección de cara al próximo Mundial de Brasil. Ya ha dejado de ser noticia, pero le debe doler mucho sentir que tu máximo rival para quitarte el puesto de titular en la Selección firmaba, una vez más, un partido excelente.
Por fin pasó el primer Clásico de la temporada. Ha sido un partido de mucha emoción colectiva que deja a todos los culés un sabor especialmente dulce y a los madridistas una sensación agridulce, manchada por la polémica actuación arbitral. Está claro que el fútbol no es mas que una excusa para ser felices. Yo lo fui esta tarde gracias a este maravilloso invento que es el fútbol y más cuando gana tu equipo favorito.
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