martes, 5 de marzo de 2013

Lo resultados son el mejor desodorante

 
Decía el entrenador de los Boston Celtics, Doc Rivers que "los resultados son el mejor desodorante".  Rivers, apuntaba, que sí ganabas un título generabas un aroma que tapaba el resto de olores que salían del vestuario. Esta noche, el Real Madrid ha pasado a cuartos de final eliminando a domicilio al Maschester United. Mourinho, el gran apestado para gran parte de la afición madridista hacía apenas un mes, vuelve a oler a Hugo Boss. Escuchando por la radio opiniones de aficionados, concluyes que en el mundo del deporte vales tanto como el último de los resultados. Ahora, de nuevo, vuelve a resultar un personaje simpático, con sus chascarrillos, un hombre que sabe manejar un vestuario, a pesar de humillar al capitán del Real Madrid y de la selección española y, a pesar, de haber manchado con sus gestos y declaraciones el tradicional señorío del Real Madrid. La vida es así, en las Navidades, a la altura de Concha Espina, las figuras del equipo y su entrenador olían a tubería de aguas fecales. Ahora, con apenas un par de buenos resultados, vuelve el olor a rosas y azahar para el regocijo de una afición que vuelve a aplaudir sin remordimientos. Por el contrario, los peores aromas vienen desde Barcelona. Parecen envueltos en un lodazal, en una especie de vertedero en el que se discute hasta la figura de Leo Messi. Esperemos que la próxima semana eliminen al Milán y todos volvamos a oler a Coco Chanel nº5. El deporte, como la vida, es así: vales tanto como la última de tus hazañas. La memoria y los recuerdos, aunque sean los más inmediatos, quedan para la hemeroteca periodística y para unos pocos que pensamos que, a pesar de todo, los que ahora son villanos, muy pronto serán, de nuevo, héroes para el resto de los mortales.

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