Fernando Alonso podría haber sido el mejor piloto de Fórmula 1 de la historia pero mucho me temo que su historia me recuerda cada vez más a Nigel Mansell. Un piloto estratosférico, técnicamente hablando el mejor de la parrilla, pero con una mala elección de equipo a lo largo de su carrera deportiva. El piloto inglés logró, a última hora, ser campeón del mundo con Williams cuando estuvo rozando el título, incluido en su etapa en Ferrari, en varias ocasiones.
Fernando Alonso se empieza a parecer a Mansell. Se fue de Renault cuando el equipo estaba en la cima para aterrizar en McLaren que le prometió ser el número uno de la escuderia y, a su lado, le puso un aprendiz que le resultó rana. Hamilton estropeó aquel campeonato del mundo y Fernado decidió dar un portazo y volver a Renault. En el paréntesis le esperaba Ferrari, que venía de intentar recuperar el prestigio de la época de Schumacher. Pasó 5 años con muchas mas sombras que luces y, a pesar de ello, consiguió dos subcampeonatos mundiales más.
Deseperado y tras negociar con Mercedes que no le ofrecia un volante hasta 2016, decidió volver a McLaren, que además de hacer una temporada penosa en año pasado, estrenaba propulsor. Honda regresaba a la Fórmula 1 para reverdecer viejos laureles, para revivir la época de Prost y Senna, nada menos.
En teoría estaba de nuevo en un proyecto ganador pero fíjate como son las cosas que su anterior equipo ha ganado un gran premio y pelea cada fin de semana por la pole y Alonso se conforma con dar 20 vueltas por el circuito en la cola del grupo. Negro no, negrísimo es el panorama para esta temporada. Yo me olvidaría desde ya de esta temporada y me pondría a trabajar en la siguiente. No hay vuelta de hoja. El coche está a 3 segundos de la pole, a lo que se añade su falta de fiabilidad, su escaso rodaje. Es un proyecto en pañales, muy indicado para pilotos como Carlos Sáinz pero no para un supercampeón como Alonso.
A ello se suma los enigmas del accidente en pretemporada de Alonso. Fernando dice que se le bloqueó la dirección y el equipo dice que por datos de telemetría no se ve nada extraño. Concluiremos entonces que Alonso era un piloto suicida que se quería estrellar contra el muro a 200 por hora. Increible pero cierto.
Esta mañana, a mitad de carrera, he leído en un periódico inglés que Ron Dennis, el magnate del equipo se va de la escudería antes del Gran Premio de Inglaterra, asumiendo su fracaso deportivo y el fallo del coche en el accidente de Alonso en pretemporada.
Es el guión de una película de terror para el asturiano. No tiene coche, no tiene cabeza visible en el equipo, Ferrari en el presunto caos en el que le dejó lucha por el campeonato del mundo de pilotos y constructores y lo que es más grave: Alonso ha tirado el último cartucho que el queda para ser, por tercera vez, campeón del mundo de Fórmula 1. Las excusas se van agotando. Como digo desde el principio, si te equivocas una vez puede ser un error, cuando te equivocas varias es que se trata de una elección.
Quizás los megacontratos, los millones de euros por cada temporada, nublan la vista de un clarividente Alonso. Es penoso ver luchar a Alonso con los dos últimos coches de la parrilla, haciendo pretemporada en plena competición. Si este era el proyecto ganador por el que había apostado apaga y vámonos.
Podía haber sido el mejor piloto de la Fórmula 1 pero como no cambie mucho el tercio, nos quedaremos como en los maravillosos versos de Calderón de la Barca: "la vida es sueño y los sueños, sueños son".
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