Cuando no te acompañan los resultados se pone a luz la verdadera dimensión de un equipo de fútbol. El debate y el estado de opinión de la grada se focaliza en el juego ya que no te disculpan los resultados que servían de escudo ante cualquier crítica. Ahora se pone en tela de juicio a lo que juega un equipo de fútbol, se analiza su identidad futbolística, se mira su personalidad y las sensaciones que deja en el campo.
En este estado del debate en el que se encuentra el Barça de Martino. Hasta el partido del Ajax, somos legión que hemos criticado su juego pero no podía cuestionarse la figura de un entrenador que, tras 20 partidos, no había perdido ninguno. Ahora ha perdido los dos últimos y de qué manera: un equipo plano, sin recursos, sin identidad, que ha perdido el olfato de gol, la posesión del balón y el ADN futbolístico que tenía desde 1989, cuando Cruyff asume la dirección deportiva del equipo.
Ahora nos encontramos con un equipo diezmado de bajas que debe afrontar un mes de diciembre complicado, incluido el partido con el Atlético de Madrid, un equipo que sabe a lo que juega y que puede meterle en serios aprietos, a poco que se lo proponga.
No quiero ser catastrofista pero me da la sensación que, como Messi no lo impida, la deriva que ha tomado el Barça le conduce al abismo. Ver a Iniesta, a Xavi, Cesc, Piqué o Busquets quitarse el balón de encima a pelotazo limpio es un auténtico sacrilegio. Decir que es mejor llegar con tres toques que con veinte es una falacia que deja al descubierto el discurso resultadista de Martino.
Esperemos que las Navidades y los Reyes Magos nos traigan bajo el brazo la magia del fútbol que nos regalaba cada partido el Barça. Todos los culés soñamos con el regreso de nuestro equipo por Navidad porque, de momento, lo visto en el último mes es un sucedáneo que no se traga ni Sandro Rosell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario