El vergonzoso caso "Marta Domínguez"

Fui el admirador más grande de Marta Domínguez. Me parecía que representaba los valores más altos del deporte: sacrificio, capacidad de superación, entrega, humildad, competitividad y así un largo etcétera. No me pareció mal nada de su actitud, ni siquiera cuando entró en política en la primera línea de la mano del Partido Popular. Cada uno tenemos nuestra ideología y para mí no era censurable que defendiera públicamente lo que hacía en privado desde hacía años.

Disfruté como nadie con sus triunfos y sufrí como nadie cuando se cayó en los Juegos Olímpicos de Pekín en la final de 3000 obstáculos. La seguía en la temporada de cross, la aplaudía a morir en cada edición de la San Silvestre de Vallecas, donde tuve la oportunidad de verla en alguna que otra ocasión, incluido el año que ganó la prueba.

Toda esa admiración personal se ha transformado en pena o indiferencia. Hoy hemos conocido que la Comisión de Control de Seguimiento de la Salud y el Dopaje (CCSSD) ha devuelto el expediente por supuestas prácticas dopantes a la Federación española, que en su día se inhibió en favor del CCSSD. La pelota vuelve a la Federación donde Marta era vicepresidenta hasta que estalló el escándalo de su dopaje en el contexto de la "operación Puerto". Como es de esperar Odriozola, presidente de la Federación no hará nada, como tampoco ha hecho el CCSSD, organismo dependiente de la Dirección General de deportes, o sea, un organismo controlado por el Gobierno del Partido Popular, el mismo partido del que Marta es senadora.

Obviamente esperar que el PP sancionara a su mejor representante en el mundo del deporte es como creer en los Reyes Magos. El problema de todo esto es que la Federación Internacional de Atletismo esperaba una sanción ejemplificante y, de momento, ha recibido como respuesta una tomadura de pelo.

Si la Federación española no sanciona a Marta el caso, para vergüenza de España, acabará en el Tribunal de Arbitraje Deportivo en el que, lo más seguro, Marta será sancionada por dopaje. Una resolución que sonrojará a España, sospechosa de proteger a deportistas dopados. Lo curioso del tema es que queríamos organizar unos Juegos Olímpicos enarbolando la bandera de la lucha contra el dopaje. Está claro que el Comité Olímpico Internacional no tragó con esta pantomima. Ir a defender con una nueva ley antidopaje con asuntos en el armario como el de Marta Domínguez era intentar tomar el pelo al personal.

Ya somos muy famosos por defender a personajes vinculados con el dopaje. La escena de Zapatero y Rajoy defendiendo a Contador fue absolutamente inconcebible para la opinión pública internacional. Lo de Marta Domínguez es un caso más de un país que no se toma en serio el dopaje. Comparar lo que hace España con lo realizado por EEUU en el "caso Amstrong" o en el "caso Marian Jones" es, sencillamente, vergonzoso.

EEUU es un país creíble en la lucha contra el dopaje, un país donde algunos campeones olímpicos o del mundo han ido a prisión por doparse continuadamente. Por eso EEUU es una potencia admirada y respetada en el mundo del deporte. Las cosas o se hacen bien o no se hacen. Presentarse la delegación española en Buenos Aires para defender la candidatura de Madrid 2020 con estos cadáveres en el armario era la antesala del fracaso. Todos se quedaron con "el relaxing café con leche en Plaza Mayor" pero los entendidos en la materia apuntaron la lucha contra el dopaje nuestro punto más flaco. Si han leído la prensa hoy han descubierto la falacia de nuestra ley contra el dopaje, una ley que ha nacido muerta como evidencia la gestión del caso Marta Domínguez. España es diferente, está claro.