jueves, 19 de noviembre de 2015

Marta Domínguez: su vergonzoso dopaje.


He admirado a muy pocas atletas como a Marta Domínguez. Me parecía una mujer honesta, trabajadora, profesional, todo un ejemplo a seguir. Me emocionaba su forma de correr. Seguí su trayectoria por cada campeonato en el que deseaba que fuera medalla de oro. Me alegré muchísimo por su oro en los Mundiales de 2009 y me entristeció mucho su caída en la valla en los Juegos Olímpicos de Pekín. La admiraba mucho, muchísimo pero ahora siento absoluta vergüenza de haberla tenido entre una de mis atletas favoritas.
La decisión del TAS de suspenderla 3 años por dopaje y desposeerla de las dos medallas más importantes de su palmarés confirma lo que ya he escrito en alguna otra ocasión: es un insulto al atletismo español, una mujer que para más inri era la vicepresidenta de la Federación Española de Atletismo, con el amparo de José María Odriozola, un hombre que debería haber dimitido ya a estas alturas de la noche.
Marta Domínguez ha hecho muchísimo daño a nuestro deporte. Se dopó como otras tantas atletas que quisieron conseguir por medios ilegales lo que no se atreverían a soñar por medios legales pero lo más grave es que utilizó a las instituciones deportivas españolas para salvar la cara. Se parapetó en su condición de senadora del Partido Popular para alegar que sufría una campaña de desprestigio político y, desde ese puesto, presionó a la Federación Española y al Consejo Superior de Deportes para que dieran la cara por ella. 
Ayer mismo dimitió como miembro de la lista del PP al Congreso de los Diputados por Madrid, se supone que para no manchar la imagen de su partido. Ver para creer de una persona que había sido una activista en la lucha contra el dopaje.
Se libró de la Operación Puerto, cuando estaba claro que se dopaba hasta las cejas. En España la justicia funciona así pero en el TAS sus maniobras no han servido de nada. Ahora es una apestada en todos los ámbitos del deporte español. La contestación de sus antiguos compañeros en las redes sociales han sido clarificantes: desprecian su actitud y condenan su práctica. Eran compañeros suyos, que la admiraban tanto como yo.
Me da muchísima pena su situación porque lo peor de los delitos es que no sean reconocidos por aquellos que los cometen. Seguro que sigue pensando que todo ha sido una campaña de desprestigio contra su persona. Así es la vida pero para mi y para muchos amantes del atletismo ha sido un día muy triste, demasiado triste como para celebrar que, al menos, se ha descubierto a un tramposo más.  

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