martes, 18 de marzo de 2014

Alberto Contador, en plena forma

Podio final de la Tirreno-Adriático 2014
¡Enhorabuena para Alberto Contador!. Hace dos años que el pinteño no ganaba una carrera por etapas y lo ha ido a realizar, ni más ni menos, que a la Tirreno-Adriático, la prueba más prestigiosa por etapas del inicio de la temporada ciclista. Lo ha hecho con solvencia y determinación, por delante de Nairo Quintana, la gran promesa colombiana que asombró al mundo ciclista el año pasado en el Tour de Francia.
Esta claro que Contador ha entrenado duro este invierno, quizás a sabiendas de que su máximo rendimiento como ciclista tiene ya fecha de caducidad. Son miles de batallas a las espaldas de Contador, miles de guerras libradas en las grandes vueltas por etapas. Quizás este año sea el último que afrontará con garantías de ganar el Tour con el permiso de Froome y de la armada española de Valverde y Purito Rodríguez.
Quizás este año Contador haya cambiado su estrategia de preparación para afrontar el Tour o quizás haya vuelto la mejor versión de Contador, un ciclista a la vieja usanza, que cree en la gesta del demarraje a decenas de kilómetros de meta. Sin lugar a dudas es un ciclista de grandes esencias, de etapas memorables que poco a poco se han ido diluyendo conforme avanzaba su carrera deportiva.
Era el sucesor natural de Induráin en la mente de todos los aficionados al ciclismo pero , poco a poco, fue perdiendo su identidad de ciclista valiente y combativo. Lo hizo justo después del paréntesis forzoso en su carrera deportiva debido al dopaje por Clembuterol que le fue detectado. La sanción de dos años por dopaje fue un golpe muy duro para Contador y para el ciclismo español.
Yo sentía una admiración infinita por Contador, por su historia personal de superación de una enfermedad que padece desde hace años, por su forma de ver y entender el ciclismo como lo hicieron todos los grandes campeones españoles, desde Vicente Trueba hasta Oscar Freire. Firmaba cada triunfo en formato de gesta de un hombre que se superaba constantemente, que prometía batir todas las marcas de triunfos en grandes vueltas. Eso emocionaba mucho, sobre todo cuando atacaba en la montaña, en las grandes citas del Tour de Francia. Nos privó de muchas siestas, a cambio de una emoción infinita.
Todo eso hasta que estalló el caso de su dopaje. A partir de ese momento su crédito está en tela de juicio. Como decía Nietzsche, "no es que me hayas engañado, sino que jamás volveré a confiar en ti". Tendrá que darnos muchas semanas como ésta de la Tirreno-Adriático para volver a confiar en él. De momento ha hecho que podamos volver a soñar con ganar el Tour de Francia, y eso son palabras mayores. A pesar de todo y por encima de todo me gustaría ver a Alberto Contador en lo más alto del pódium del Giro o del Tour de Francia. Pensaremos que es el hijo pródigo que ha vuelto a casa tras años de ausencia. El ciclismo español lo necesita más que nunca. Esperemos que la Tirreno-Adriático sea el preámbulo de una temporada de ensueño. Yo apuesto por ello. 
 

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