Tengo especial cariño al ciclismo. Por mil circunstancias me gustan las gestas firmadas por grandes campeones, las grandes etapas de las grandes vueltas, las clásicas de primavera, el Mundial en ruta, el ciclismo en pista. Todo me huele a heroismo, grandeza, ganas de superación. Detesto el dopaje, la gran lacra de este maravilloso deporte pero, a pesar de ello, sigo enganchado al mundo de las bicicletas, quizás porque de pequeño soñé con ser ciclista y correr el Tour de Francia.
Por todo ello agradezco haber disfrutado de esta gran edición de la Vuelta Ciclista a España que ha consagrado a un gran escalador, Fabio Aru, hasta hace nada gregario de lujo de Nibali, el otro gran ciclista italiano del momento.
Froome, Nairo Quintana y Valverde, el último pódium del Tour de Francia se presentaron escasos de fuerza pero ilusionados por hacer algo grande en la Vuelta. Pagaron los grandes esfuerzos del Tour, como también lo hizo Purito Rodríguez, un corredor excelente, con bastante mala suerte en las grandes carreras por etapas.
Independientemente de ello hubo emoción, lucha, competitividad hasta la última etapa, lo que demuestra que el recorrido de la Vuelta era el acertado para generar ilusión por ganar hasta el último día. Fueron etapas inolvidable en alta montaña y otras tantas que fueron configurando la que ha sido la mejor Vuelta de los últimos años. Eso sí, sin ganador español, ya que Alberto Contador, nuestor mejor ciclista dejó pasar de largo esta Vuelta para centrarse exclusivamente en la próximo temporada, la que él mismo confirma que será la de su retirada del ciclismo profesional.
Me hubiese gustado que ganara Purito, un corredor de leyenda al que la mala suerte le ha privado de un Mundial de Ciclismo y de un Giro de Italia cuando casi se cruzaba la línea de meta, pero no me ofende que haya ganado Fabio Aru, un corredor de raza que ya hizo segundo en el último Giro de Italia.
Aru es humilde, esforzado en la carretera, sin un mal gesto hacia el rival, con un sentido competitivo impresionante y con una gran condición física que le ha permitido estar bien las etapas de montaña y también en la crono individual.
La suma final es una victoria en la Vuelta a la vieja usanza que nos ha dejado a todos un gran sabor de boca y la promesa de seguir luchando por nuevos retos que pasan por ganar el Tour de Francia que ya tiene en su palmarés Nibali, su teórico jefe de filas.
Aru me recuerda mucho a Perico Delgado y eso son palabras mayores para el que siempre fue mi ciclista favorito. Al igual que Delgado es un gran escalador, tiene carisma y juventud para poder plantearse en el futuro ganar el Tour de Francia.
Ojalá la edición de 2016 sea tan buena como la de este año. Necesitamos de buen ciclismo para volver a enganchar a una afición que necesita de nuevas gestas, de nuevos ídolos deportivos, al menos tan competitivos como Fabio Aru, la nueva estrella del ciclismo italiano.
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