Se ha ido un mito del madridismo, con elegancia, sin decir una palabra más alta que otra, decepcionado, muy decepcionado, con el club que defendió a lo largo de más de 725 partidos y dejando una huella imborrable en el corazón y en la memoria de los madridistas.
Personalmente le agradezco, hace más de quince años, que me concediera una entrevista para la Cadena SER de Móstoles cuando él era una joven promesa, que acababa de debutar con el primer equipo, y yo un periodista que contaba las cosas que pasaban por el sur de Madrid. Tuvo palabras amables y cercanas y un tono de humildad que ha caracterizado su vida como jugador de fútbol. Debo reconocer que le tengo especial cariño por ese gesto, que nunca he olvidado. Con el paso de los años, fui profesor del instituto Juan Gris de Móstoles, donde Iker pasó su etapa como estudiante de las enseñanzas medias. Años después, sus fotos dedicadas estaban colgadas por medio instituto. Son dos detalles que me hacen tenerle especial cariño a Iker, porque representan dos momentos muy especiales en mi vida como profesor y como periodista.
En consecuencia, he admirado a Iker Casillas como persona y como futbolista. Soy del Barça pero aprecio el buen fútbol y soy el fan más pasional de la Roja, en la que Iker era su eterno capitán, en el Mundial y las dos Eurocopas ganadas. Se merece mi respeto y mi aprecio y me molesta el trato que le ha dado el Real Madrid en su despedida. Sin duda merecía más, por lo menos algo parecido a lo que le ofreció el Barça a Xavi. Reconocimiento público, afecto, en suma.
Está claro que Iker está por encima de todo eso, pero un club señor como el Real Madrid debe guardar mucho más las formas y mimar a sus mitos. Iker es uno de ellos, por mucho que el paso del tiempo haya mermado su capacidad como portero de primer nivel. Los años no pasan de manera gratuita para nadie y es evidente que la portería del Real Madrid demanda tener a uno de los dos o tres mejores porteros del mundo. En este sentido, el adiós de Iker estaba cercano y él lo sabía mejor que nadie.
Pienso que ha habido muchas más cosas, mucho más juego sucio a lo largo de estos años de lo que trascendió a la prensa. Iker tenía los días contados en la segunda temporada de Mourinho. Su cabeza hubiera rodado en el caso que el entrenador portugués hubiera ganado la Décima, pero no fue así. Curiosamente Iker levantaría ese trofeo, a pesar de no haber tenido un día afortunado en la final frente al Atlético de Madrid.
Bajo mi punto de vista, hacía tiempo que la figura de Iker representaba más un mito, un símbolo, que un jugador de fútbol. Conjugar eso con el fútbol real es lo complicado. Seguir jugando a pesar de no pasar por el mejor momento de tu carrera deportiva es duro, sobre todo cuando parte de la afición no te perdona ni una.
Tengo muy claro que en el fútbol no hay sitio para el romanticismo, ni para el sentimentalismo. Se vive en el presente. Vales tanto como demostraste el último partido. La memoria es flaca cuando el éxito no acompaña. Iker sabía todo esto y por eso ha buscado un destino mejor para poner fin a su carrera deportiva. Le espera el Oporto, un club histórico, campeón de Europa por última vez con Mourinho como entrenador. Paradojas de la vida. Yo espero que disfrute del final de su carrera deportiva como merece. Parecía buena persona y para él era lo más importante. Ahora su fantasma sobrevolará por la cabeza de Florentino hasta el final de su mandato. Entre tanto, para mucha gente seguirá siendo el eterno capitán, el último gran mito viviente del Real Madrid. ¡¡¡Suerte en tu nueva etapa!!!
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