Una medalla de oro (Miguel Ángel López en 20 km marcha) y un puesto de finalista (Ruth Beitia en salto de altura) es el escaso balance que puede ofrecer España en el Mundial de atletismo que concluía este fin de semana en Pekín. No hay paliativos ni paños calientes: es un fracaso total, un fiasco en toda regla. Se puede decir que nos faltaba Eusebio Cáceres, posible medallista en salto de longitud, pero fuera de ello, el panorama actual y futuro del atletismo español es desolador.
Lo reconoce la propia Federación española de atletismo por boca de su director técnico porque decir otra cosa sería tomar el pelo a cualquier aficionado a este maravilloso deporte. España agoniza desde hace más de un lustro y José María Odriozola, el presidente de la federación, sigue sin asumir su responsabilidad.
Duele mucho ver este horizonte para un país que ha sido cuna de grandísimos atletas y que ha escrito páginas muy bellas de atletismo. La verdad es que no veo mucho más allá de Miguel Ángel López y Eusebio Cáceres, dos jóvenes que ya han sido los mejores del mundo en todas las categorías inferiores hasta llegar a categoría senior.
Duele sobre todo porque el Mundial de Pekín ha sido emocionante, intenso, con grandes tardes del mejor atletismo. Me sumo a la admiración de Bolt, Mo Farah, Genzebe Dibaba, Ezekiel Kimboi, Ashton Eaton, Fraser-Pryce, Allison Félix y otros tantos grandísimos atletas pero me quedo con tres momentos: la final de 100 metros lisos de Bolt, los 50 km marcha de Jesús Ángel García Bragado y la final de pértiga femenina con la victoria de la cubana Yarisley Silva. Sus lágrimas en la entrega de la medalla de oro y su gesto de solidaridad hacia Kira Grünberg, la pertiguista austriaca parapléjica lesionada cuando entrenaba hace un par de meses demuestran la grandeza de este deporte.
Yo amo el atletismo, me gusta el afán de superación de los atletas, su capacidad de sufrimiento, su empeño por seguir cumpliendo sus sueños, por esforzados que sean. Odio, con la misma intensidad, el dopaje. Es la gran lacra de este maravilloso deporte. La Federación Internacional de Atletismo tiene la responsabilidad de aclarar los rumores que situán a cientos de atletas, muchos de ellos campeones del mundo y olímpicos, en una lista de dopados en distintas competiciones. Es algo que no puede quedar en nada. Hay que abrir puertas y ventanas y eliminar el dopaje de la práctica deportiva. De este manera cobrará mucho más sentido gestas como la de Jesús Ángel García Bragado, con 45 años en la élite mundial de la marcha.
He disfrutado del atletismo como nunca, sobre todo porque veo que goza de buena salud de cara a los próximos Juegos Olimpicos de Río. Allí se volverán a escribir bonitas páginas de buen deporte, de esas que quedarán para siempre en la memoria de aquellos que amamos el atletismo. Esperemos que alguna de ella la firmen atletas españoles como en su día protagonizaron Fermín Cacho o Daniel Plaza.